CUADERNO DE BITÁCORA

    Valencia, Valencia, Valencia…Ya podías preguntar lo que quisieras, que la respuesta sería Valencia. Estaban nerviosos, ansiosos, dispersos y es que en sus mentes,  en esos momentos, no había espacio  para otros asuntos. Sólo esperaban impacientes la hora de la partida.

    Y llegó el día. La cita era en Santa Justa a las 7:30 de la mañana del lunes 13 de mayo. Acudieron puntuales: la mitad, en autobús y la otra, acompañados por sus padres. Ya estábamos todos: alumnos/as, maestras/o, monitores/as. Solo quedaba esperar la orden de embarque, y a las 8:35 pusimos rumbo a Valencia. Y, por supuesto, esta excursión estaba destinada al éxito desde el principio, porque no puede salir nada  mal cuando te regalan ¡100 donuts antes de subir  al tren!

    El trayecto estuvo entretenido. La mayor parte de tiempo ingiriendo todo lo que caía: patatas, frutos secos, kit kat, bocadillos, donuts, empanada, filetes, chicles, chuches, refrescos…y después una segunda pasada: vuelta a las patatas, los kit kat, chuches y demás productos de los que te dan un buen subidón de azúcar. Así que energía, no os quepa duda, os garantizo que llevaban.

    Pusimos los pies en Valencia alrededor de las 4  de la tarde. Allí nos esperaba el autobús que nos trasladaría al centro histórico de la ciudad  para hacer un brevísimo recorrido a pie. Solo hasta las 18:30, porque aún nos quedaba una hora y media para llegar a  nuestro destino.

    Llegamos al hotel sobre las 20:30. Asignación de habitaciones, traslado de maletas, reparto de móviles, duchas,  administración de medicamentos, cena y, después de un día agotador, derechitos a la cama, que al día siguiente nos esperaba una jornada movidita  y  el  toque de diana estaba previsto a las 7:00. Pero  antes, y con una improvisada tarta,  sorpresa para Marta Oliver, que era su cumpleaños.

    El martes,  subidos ya en el autobús a las 9:00, rumbo a Cullera, nos esperaban actividades acuáticas organizadas por La Escuela de Surf  Posidonia. A pie de autobús,  los surferos para darnos la bienvenida y las instrucciones de cómo organizarnos, cómo colocarse el traje de neopreno y cómo pasar un día divertido y distinto. Después de unas intensivas clases durante toda la mañana, degustamos a la hora de almorzar la paella valenciana. Un rato de descanso, de digestión, de juegos y vuelta a la playa.     Sobre las 18:00,  y con todas las energías quemadas con tantas actividades, había que recuperar fuerzas: picnic con bocadillo de jamón y agua.

    La llegada al hotel fue sobre las 20:00 y volvimos a repetir las rutinas del día anterior, pero esta vez, además,  disfrutamos de una  velada nocturna repleta de juegos y risas. A  las 24:00, a la cama, que al día siguiente también debíamos levantarnos a las 7:00; a las 8:00  desayuno, medicamentos, alergias…y a las 9:00 traslado nuevamente del hotel hasta El Parque de las Ciencias y el Oceanografic.

     Aquí lo pasamos de lo lindo. Disfrutamos de las acrobacias de los delfines, obedientes  a las mínimas señales de los entrenadores. También vimos las diversas especies marinas que viven en  nuestros océanos, desde tiburones, medusas, pez manta, rayas,  focas y leones marinos hasta pingüinos. Camino de vuelta al hotel, ducha, cena y velada nocturna.

    El jueves, ya el último día, teníamos previsto el desayuno un poco antes, a las 7:45, porque debíamos estar en la Albufera para un paseo en barca a las 9:30. Fue un imposible, llegamos a las 10:20, casi a la hora que debíamos haber terminado el paseo, pero es que el último día hay que pasar por recoger maletas, subirlas al autobús, entregar llaves…De todas formas, y aunque un poco deprisa, pudimos adentrarnos en los arrozales.

    Desde  aquí, nuevamente autobús, estación valenciana  y camino de vuelta a Santa Justa. Ya un  poco más relajados que a la ida. Eso sí, según las propias palabras de los empleados, terminaron con todas las existencias de galletas, chocolatinas, patatas, frutos secos, refrescos  y demás artículos no aptos para regímenes de adelgazamiento. Hemos de destacar que también tuvieron la deferencia de felicitarnos por  el comportamiento tan correcto y educado de nuestros niños/as.

    Y estas palabras no  vinieron solo de los empleados ferroviarios, también nos lo hicieron saber en el hotel, comedor, escuela de surf, conductores de los autobuses y monitores/as (Ana Saray, Carlos, Jamil y Carmen). Que quería aprovechar para comentar lo atentos y pendientes que han estado los cuatro días de nuestros chicos/as, además del carácter tan responsable y cariñoso que han demostrado (sólo bastaba ver el día de la despedida: llantera generalizada).

    Todo ha salido genial, pero, Indiscutiblemente, y cuando se llevan tantos niños/as, es muy difícil que no surja algún contratiempo en la salud de más de uno. Principalmente, y por el exceso de ingesta, hemos tenido  vómitos,  mareos, malestar;  también torceduras, rodillas doloridas, picaduras de mosquitos, alergias, ojos llorosos. No nos ha faltado de nada, incluso  alguno/a  presentó síntomas leves de  “mamitis” (comprensible porque para algunos era su primera salida sin  papis). Afortunadamente, además de maestra para todo y organizadora cien por cien, para estos casos llevábamos a la “doctora Consuelo”. Sólo con saber algún que otro síntoma daba un certero diagnóstico y el tratamiento más adecuado. Y para ese tratamiento, el maestro Juanma con  “Mi farmacia en la  mochila las 24 horas”.Y nuestra María Jesús, que además de cumplir a la perfección y con  profesionalidad, lo dio todo en las veladas nocturnas. Gracia y salero no le faltaron para retar al cante al maestro Juanma. ¡Con un equipo así se va al fin del mundo!

    Para terminar, permitidme  agradecer el hacerme partícipe de esta experiencia; de volver a disfrutar de  mis niños/as, ya mayores,  y de vivir con ellos los últimos días de su estancia en el cole antes de empezar su próxima etapa  y marchar al instituto. También dar las gracias a los padres y madres que nos esperaban en Santa Justa con un enorme cartel de bienvenida. Y es que una es muy sensible e intenté hacerme la fuerte, pero ahora os confieso que me costó enorme esfuerzo mantener a raya mis lágrimas.

    Bueno, apartamos un poquito la emoción del párrafo anterior para dar paso a un sinfín de fotos de nuestro viaje. Y perdonadnos, nos vamos rápido, pues nos quedan jornadas de desenfreno, estrés y nervios,  que ya se nos escapan los días para realizar los últimos ensayos de  GRADUACIÓN.

                                                        
                                                                                                            Rosario C. Jiménez Polo

                       

¡Os dejamos de momento, que ya estamos muy  cansados!